
jueves, 25 de febrero de 2010
Indignación

lunes, 22 de febrero de 2010
Ligero de equipaje

Empecé este libro, entre en él, muy lentamente. Interesada, sí, pero un poco perdida (no seguí la recomendación que el autor, muy pedagógicamente, hace al lector de que tenga a mano el árbol genealógico de la familia de Antonio Machado). Ahora bien, cuando llegué a la juventud del poeta, me quedé enganchada. Entonces lo leí casi de un tirón y eso que es un libro voluminoso y minuciosamente referenciado. Me gustó muchísimo.
Resultó interesante seguir las peripecias del poeta metido a profesor (para solucionar su siempre precaria economía) y seguirle por sus sucesivos destinos no excesivamente deseados, solo aceptados como un trámite para poder llegar a Madrid que es donde él quería realmente estar. Fue emocionante conocer los detalles de la génesis de sus poemas. Fue conmovedor acompañar al poeta en su elemental y permanente soledad, aliviada o entibiada sólo por dos malogrados amores y sobrecogedor comprender hasta qué punto el fiel y radical compromiso de Machado con la República le llevó a morir, recién exiliado, un 22 de febrero de 1939, pobre y “ligero de equipaje como los hijos de la mar”, frente al mar de Colliure (Francia). Enfermo de una neumonía por el frío pasado bajo la lluvia durante el éxodo republicano y enfermo de tristeza al contemplar la derrota, la catástrofe, el aplastamiento implacable de sus ideales.
“Ligero de equipaje” es un libro escrito con erudición y con pasión. Un libro necesario para bucear en la poesía y en la vida, siempre entreveradas, de Machado. Y para recordar a aquellos que como él entregaron sus vidas por una España que pudo haber sido.
Ian Gibson. Ligero de equipaje. La vida de Antonio Machado. Punto de lectura. 2007 Santillana S.L. (839 páginas) ISBN 9748-84-663-6929-9
Pequeño fragmento del libro citado en el que se narra la muerte del poeta
Links en este blog que se refieren al poeta:
viernes, 19 de febrero de 2010
Días de invierno en Coria
Origen de la imagen
*Compartir y difundir las ventajas del PEL (que algún día referiré detalladamente en este blog) me ha llevado de nuevo por tierras extremeñas. Esta vez, Coria.
De Coria sabía del personaje del cuadro de Velázquez, sabía que Sánchez Ferlosio tiene aquí una casona- ¿o palacio?- que heredó de la familia de su madre y también que es la ciudad de Fátima Maldonado, una poeta y profesora que ganó un premio europeo de poesía y a quien, por esta razón, pude conocer cuando estuve trabajando en Bruselas.
Estoy alojada al lado de la catedral. Llegué con lluvia y los días han sido fríos. La calidez y el interés que me ofrecen los colegas del curso me abriga de la melancolia que rezuman las calles de la ciudad antigua. Paseo por esta pequeña Vetusta que perteneció a los duques de Alba; doy vueltas a sus callejas empedradas; entro y salgo por las varias puertas de su muralla; compro Corazones de San Francisco en el torno de las monjas de clausura del convento de la Madre de Dios; como unos exquisitos boletus empanados y unos cardillos de la tierra en el mesón "El Bobo de Coria"; rodeo y visito la imponente catedral; rodeo y no visito (es propiedad de la casa de Alba) el castillo. Intento captar con mi cámara algunos retazos de lo que veo y las fotografías, oscuras, revelan la húmeda soledad que me rodea.
Pero constato que me gusta estar aquí en estos días desapacibles. Hay belleza en este cielo grisáceo, en las recias piedras húmedas y plomizas, en los brazos desnudos de los árboles, en la luz metálica del invierno.
"Los árboles sollozan su tristeza
acongojados, en harapos, mudos,
alzando en vano fechas, dardos, nombres,
corazones heridos.
Huellas perennes de otras estaciones,
lágrimas solitarias su olvidanza.
Nadie advierte el dolor de las promesas
si un tibio embozo empaña los cristales.
La pesadumbre hiela los crepúsculos."
Es un poema del libro "Certidumbre de invierno" de Gonzalo Hidalgo Bayal. Lo escribió mientras era profesor de literatura en el Instituto de Coria, inspirado por el paisaje invernal de la ciudad. Encontrar estos versos ha sido una radiante sorpresa.
Efectivamente, hay belleza en la melancolia.
Diego Velázquez: "El bufón calabacillas"(El bobo de Coria)
Fátima Maldonado. Premio Maestro Europeo 1998
Blog de Gonzalo Hernando Bayal
*Por razones que ignoro, la entrada que escribí esta mañana, ha desaparecido. La he vuelto a escribir y he añadido detalles que no había consignado en la primera versión.
sábado, 13 de febrero de 2010
Sigo con la hache

miércoles, 3 de febrero de 2010
Hache de hermoso, de homenaje, de Hernández
