domingo, 10 de mayo de 2009

"No te salves" (I) Para vivir viviendo



NO TE SALVES

No te quedes inmóvil al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca.

No te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo.

Pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
solo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.



Hace días que tengo ganas de publicar este post en homenaje al poema por el que descubrí la poesía de Mario Benedetti y al propio poeta. Buscando documentación, ya sabéis, para poner enlaces seleccionados y sustanciosos que aportaran visiones diversas de este poema, me he estrellado contra una verdadera montaña de información interesantísima. Compartirla retrasaría la publicación de este post y lo haría, además, excesivamente largo. La iré ofreciendo en pequeñas dosis.

Por ahora, contaré tan solo que lo que me impulsó a escribir sobre esta poesía, al leer la noticia de la enfermedad de su autor, fue recordar que ella había sido mi primer contacto con Benedetti, en una época vital de crisis en la yo que estaba dando vueltas y más vueltas en un mismo punto, atenazada por mis contradicciones y mis miedos, casi, casi convertida ya en estatua de sal.
"No te salves" cayó en mis manos de manera casual -¿quizá el título?- Lo hizo con la fuerza de una consigna y me ayudó a elegir el camino que luego intenté no abandonar. Durante estos tiempos confusos de mi peripecia personal, este fue mi poema de cabecera, el que leía cada noche para inocularme el valor necesario para tomar decisiones a favor de una vida con ganas, con labios, con sangre... y no retroceder.
No me salvé y , no digo que la vida me haya sido fácil, pero la decisión me permitió vivir viviéndola sin desgana, sin párpados caídos. Sin lastres. Y con una energía que desconocía hasta aquel momento.

No es frecuente que exponga reflexiones sobre mi vida personal en un blog que tiene vocación de ser escaparate de recursos y no de recuerdos. Pero esto y no otra cosa, es lo que quería escribir sobre el efecto beneficioso de la poesía de Benedetti.

Y hay más. Es para no creerlo, pero en la búsqueda de enlaces a los que me refiero más arriba, y cuando ya tenía claro qué poesía pondría y por qué razón sería esta y no otra, encontré una "Cadena poética" (y que odio las cadenas y que las rechazo siempre, no me las creo) para pedir de algún modo la curación o la mejoría del poeta enfermo. ¡Cuál no sería mi sorpresa cuando leí que se pedía que, en caso de tener un blog, se incrustara en él...la poesía "No te salves"!
Os dejo el enlace a la cadena por si alguien quiere seguirla. Yo, claro, con este post, también contribuyo, sin haberlo sabido de antemano y sin tener voluntad expresa de hacerlo.

...y, otro día ya llegarán los enlaces curiosos, las propuestas didácticas y todo lo demás.
..........

"Haberlas haylas", se dice en español. Y los versos, además, tejen redes insospechadas de vidas y de vida.
¡Gracias, maestro!



2 comentarios:

Inma dijo...

Gracias Matilde por el poema y por los enlaces (me ha encantado escuchar a Benedetti recitando el poema). Es curioso, pero durante un tiempo yo también tuve en la cabecera de mi cama un poema de Benedetti, el de "No te rindas"; por diversas circunstancias lo recuperé hace unos meses y aún no puedo leerlo sin emocionarme. Estoy de acuerdo contigo en los del efecto beneficioso de la poesia de Benedetti. Un beso, y gracias por blog, aunque no suelo dejar comentarios, disfruto mucho de tus aportaciones.
Inma

Matilde dijo...

Inma, gracias por leerme y también por decirme que disfrutas con mis palabras tendidas al viento. De verdad que es fantástico tener la certeza de que han volado y suscitado complicidades.
¡Viva la poesía!
Un abrazo