sábado, 30 de agosto de 2008

"Los girasoles ciegos", memoria de los derrotados

No he tenido la costumbre, hasta ahora, en este blog, de opinar sobre mis lecturas. Hoy hago una excepción y aprovecho el estreno de la película del mismo título para hablar y recomendar el libro en el que se basa. Lo leí hace unos dos años y desde entonces no he leído nada mejor en el ámbito de la literatura escrita por autores españoles.

La obra consta de cuatro narraciones breves, independientes una de otra, pero cruzadas por algún personaje común. Su escenario es una época concreta de la historia de España: los primeros años de la posguerra. Son cuatro historias durísimas que nos devuelven las voces de los vencidos, los derrotados, los humillados y constituyen un magistral testimonio de los años atroces que prolongaron la Guerra Civil. Su autor, Alberto Méndez, ganó con esta primera y única obra (pues murió meses después) el Premio de la Crítica en narrativa castellana 2004 y el Premio Nacional de Literatura 2005.

Los girasoles ciegos es un bellísimo y terrible homenaje a la memoria de tanto y tanto miedo, durante tanto tiempo silenciado. Un libro intenso, escrito en una prosa afilada, precisa y poética como un bisturí. Leedlo. No os dejará indiferente.

Ahora solo cabe esperar que la película esté a su altura.


Datos bibliográficos:

Los Girasoles Ciegos
Alberto Méndez.
Ed.Anagrama. Barcelona. 2004

Algunos enlaces que pueden ser interesantes:


Alberto Méndez
El libro
La película

2 comentarios:

Joselu dijo...

Coincido contigo en el juicio que te merece esta espléndida novela que reseñas. Es de lo mejor que he leído en narrativa. Sin embargo, vi la película hace dos días y aunque me entretuvo durante la proyección, no dejé de sentirme decepcionado tanto por el guión (que aparentemente firmaba Rafael Azcona junto con José Luis Cuerda) como por la actuación de Javier Cámara (inseguro como actor y no sólo como personaje) y el histrionismo de Raúl Arévalo. Maribel Verdú estuvo en cambio magnífica. La ambientación histórica me resultaba increíble, igual que la atmósfera del piso en que vivía encerrado el protagonista. En la novela es mucho más opresiva esa espera a que el ascensor llegue a su piso o pase de él. Es curioso porque al día siguiente vi la película de 1986 El viaje a ninguna parte de F. Fernán Gómez y pude comprobar cuando uno está enfrente de una obra maestra o una mala película. Chapeau por la novela, no así por la adaptación mediocre de José Luis Cuerda. Un cordial saludo.

Matilde dijo...

Gracias Joselu por tu comentario-advertencia sobre la película. Me lo temía. No la he visto todavía y no sé si tengo ganas de verla. ¡Qué pena que se haya desaprovechado un material tan bueno!